
El filósofo español Fernando Savater afirmó que uno de los elementos más riesgosos de la política actual era dejar de confiar en la fuerza de la razón, para llegar a imponer la razón de la fuerza.
La política mexicana desde la campaña presidencial del 2006 se ha embarcado en viaje acelerado hacia la razón de la fuerza, hecho que ha devenido desde la acusación del peligro para México hasta los ejércitos de mujeres que las fuerzas de izquierda y derecha han formado frente a la propuesta de reforma de PEMEX.
Por un lado, López Obrador presentó una organización de 21 brigadas de mujeres y 39 de varones, que se encargaran de liderar las acciones de resistencia civil. Si con ello no fuera suficiente, la identidad de las brigadas es la de la revolución mexicana, por lo que se autodenominan adelitas, dirigidas por la generala Claudia Sheinbaum, y 21 coronelas, entre las que destacan funcionarias y exfuncionarias del distrito federal como: Alejandra Barrales (presidenta electa del PRD en el DF); Jesusa Rodríguez; Laura Itzel Castillo (secretaria de Asentamientos Humanos y Vivienda del DF); Martha Pérez Bejarano (titular de de Desarrollo para el Bienestar); o Lenia Batres, hermana del secretario de Desarrollo Social capitalino Martí Batres y de la diputada federal Valentina Batres.

En la contrafuerza, Felipe Calderón, no contento con ostentar al PAN como un ejército azul, los medios de comunicación, las secretarías de estado, al intelectual de herencia Reyes Heroles y al sindicato de PEMEX entre muchos otros, hace unos días presentó a su ejército de mujeres robocop, quienes serán las encargadas de hacer frente al ejército de adelitas obradoristas. Bajo la misión de “proteger instalaciones federales y restablecer el orden público”, se conformó un grupo antimotines compuesto por 386 mujeres integrantes de la PFP, armadas, entre otros, por un chaleco antimotín portaproyectiles y portagranadas.
El debate de fondo es en realidad de suma importancia para el futuro de México, sin embargo y quizá por ello, los medios de comunicación -salvo honrosas excepciones- no han sido capaces de analizar y difundir los temas de fondo; por el contrario, han difundido ampliamente notas de menor importancia como las adelitas¸ la toma de tribuna, el tiempo de duración de los debates, el que no haya asistido la presidenta de la India a la cámara baja, o incluso, la elección interna del PRD; elementos que no incrementan el conocimiento de la reforma, o reformas, a PEMEX, sino que nos conducen a un ambiente de hastió.
Entre otros, los puntos que deben esclarecerse antes de definir los días de duración del debate son:
· Cuál es la funcionalidad del consejo de administración que entregará al Presidente control total de PEMEX, por medio de cuatro profesionales con facultades exorbitantes.
· De qué manera los llamados “bonos ciudadanos” no son una venta de acciones, y qué verdaderos controles -más allá del límite de compra desconocido- existen para que los grandes inversionistas, no se apoderen a través de ellos, de PEMEX.
· Cómo en los contratos de riesgo para explorar aguas profundas se puede evitar la entrega del control de PEMEX a las empresas trasnacionales.
· En qué consiste la llamada “autonomía de gestión” y de qué manera se puede evitar que ésta se convierta en la oportunidad de que las empresas trasnacionales se beneficien de contratos ampliados.
· Si es o no real la autonomía que PEMEX tendrá ante Hacienda, pues en principio le serán entregadas sumas ínfimas de sus excedentes, sólo si su proyecto es autorizado por los planes estratégicos de Hacienda.
· Además del adecuado análisis de la función de PEMEX durante los gobiernos del PRI y PAN quienes han subsumido a la empresa nacional a esta llamada crisis.

En plena campaña electoral se acusaba a AMLO de verse como un mesías; dos años después me queda claro que Felipe Calderón, quien acusó a Obrador de ser un peligro para México, en realidad se percibía -y sigue percibiéndose-, como el verdadero salvador o mesías. De tal manera que de izquierda a derecha la política en México se encuentra cercada por el revolucionario de la honestidad valiente y el mesías de mano firme y pasión por México.
No encuentro otra manera de explicar la perspectiva de estos dos generales de división que el relato que Miguel de Cervantes hace de la esperanza del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, quien no obstante haber perdido el juicio sobre la realidad, creía firmemente en su deber patriótico:
“No quiso aguardar más tiempo en poner a efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar y abusos que mejorar y deudas que satisfacer”.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha
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